miércoles, 11 de septiembre de 2013

El mural que salió del armario.




 A finales del siglo XVIII, con un arranque mucho posterior basado en los cambios agrícolas y la mejora económico-mercantil, Inglaterra empezaba a remover una revolución que cambiaría tanto la vida laboral como la sociedad de la época que estaba madurándose en sus entrañas, y que se expandiría por el mundo a una rapidez arrolladora. La mayor parte de los países europeos empezaron a exportar novedades tecnológicas y maquinaria desde Inglaterra, a estas alturas podéis saber que me refiero exactamente a la revolución industrial.

La revolución industrial es “un cambio que se produjo en la producción y consumo de bienes por la utilización de instrumentos hábiles, cuyo movimiento exige la aplicación de la energía de la naturaleza” , cuando un instrumento hábil y un motor se unen se genera la máquina que encontraría su impulso sobre todo en el sector textil en el que Inglaterra era toda una pionera. Todo ello vino gracias a la competencia que se vio obligada a ejercer con la India cuyos tejidos en algodón no tenían competencia , para ello necesitaban un hilo fino y fuerte que la maquinaria inglesa aun no había podido conseguir.Hardgreaves fue el primer constructor de la spinning-jenny (1763) que reproducía los movimientos de un hilador de forma mecánica , todo esto ya hacía prever que las maquinas empezarían a sustituir a la fuerza humana y esto también supuso la aparición de otros movimientos como podría ser el ludismo.  Poco tiempo después , lejos de desaparecer este movimiento siguió su proceso evolutivo apareciendo la water frame de Arkwright , este nombre se debe a que necesitaba de una fuente de agua en movimiento para que generase energía, y aunque su puesta en práctica puede resultar rudimentaria consiguió realizar los primeros tejidos finos de algodón.

 Aun seguimos en el siglo XVIII , 1775 para ser exactos, cuando Samuel Crompton construye una nueva máquina conocida como la mula (Mule), todo esto generó un aumento de la producción textil en Inglaterra , los ingleses vieron en las maquinas el futuro de su nueva revolución y poco a poco todas las etapas de producción de tejidos se mecanizaron. Y lo que ocurrió en el sector textil también puede trasladarse a la revolución en los transportes que encontraron el boom necesario para su empuje en la creación de la máquina de vapor de James Watt (1763) .

 Las consecuencias sociales, tal y como hemos apuntado anteriormente, no se hicieron esperar, la relación entre el trabajador y la maquina suponían un cambio brutal a la que se había desarrollado en el taller artesanal dividido en aprendices, oficiales y maestros y aunque solo sea por las películas podemos hacernos a la idea de las insalubres condiciones a las que los obreros fueron sometidos a cambio de un salario. 



La aplicación de este sistema a escala mundial generaría un aumento de la inversión del capital y la aparición de una producción en masa y en serie que provoco respuestas de lo más dispares, en el caso que nos atañe nos centraremos en la figura de William Morris, un sociólogo, crítico inglés, y sobre todo artesano y creador de la Arts&Crafts. La industrial Inglaterra gris que provocó que incluso las polillas Biston betularia blanca desaparecieran dejando solo las de color negro, empezó a suscitar en muchos un sentimiento romántico, nostálgico, de aquellos días en los que el sistema artesanal daba lugar a productos únicos e inimitables, este fue el caso de William Morris y por extensión de la Pre raphaelite Brotherhood.

 Tanto William Morris como el nutrido grupo prerrafaelita se negó a aceptar la producción en serie industrial , sobre todo en las artes decorativas y la arquitectura, y encontraron su inspiración en el mundo medieval, por supuesto interpretado desde una perspectiva dulce y romántica que pronto cautivó a las masas, y es que era precisamente eso lo que querían conseguir, que las masas tuvieran acceso a elementos de una estética más amable y humana que desgraciadamente alcanzaban unos precios que convertían esa idea en una utopía.

 En 1856 William Morris comenzó a trabajar en la firma de arquitectura G.E. Street. Con la colaboración de Philip Webb construyó la Red House , o la casita roja, en 1859 , con la promesa de convertirla en su morada y en la de Jane Burden, una joven de piel de porcelana y cabellos cobrizos que reunía las características necesarias para convertirse en una musa prerrafaelita … y en la señora Morris.El crítico amueblo él mismo su casa, con ayuda claro está de sus codeos con los prerrafaelitas, sentenció que no habría ningún elemento en su casa que no fuera útil ni bello, además debido a la ya mencionada capacidad de producción en serie de los poco originales objetos que daba a luz la revolución industrial Morris se vio abocado a realizar las cosas él mismo para que estas cumplieran sus expectativas generando una creación homogénea. 

 Lo cierto es que la Red House fue un objeto artesanal en sí mismo basado en la tradición popular, un refugio con reminiscencias medievales que ya apuntaban a la posterior creación de la William Morris & Co, entre cuyos colaboradores además de Philipp Webb, constructor de la Red House, se encontraban Rosetti, Ford Maddox Brown y Edward Burne Jones, destacados prerrafaelitas.

A pesar de la admiración que Morris llegó a sentir por Rosetti, hasta tal punto de que este último sugiriera un periodo de convivencia junto a Burne-Jones en el 17 de la Red Lion Square, había diferencias notables entre ambos, algo que contemporáneos ya habían sacado a la luz con facilidad, por ejemplo el poeta Yeats definía a Rosetti como “borracho de la belleza natural y sobrenatural”, mientas que Morris  recurría a una recuperación de la imaginación popular más sofisticada.

 El entendimiento entre ambos comenzó a distar más allá de un problema de perspectivas estéticas cuando la admiración de Rosetti por la señora Morris trascendió más allá de los lindes académicos, provocando la depresión de William Morris, y haciendo de sus viajes a Islandia una vía de escape a su frustración y a su vez una excusa para profundizar en las mitologías nórdicas.  Esto unido a una radicalización de la actividad de Morris en la Morris, Marshall, Faulkner and Comp. creada en 1861, y de la que él era el mayor accionista, condujo a la ruptura del trato entre el crítico y el artista prerrafaelita convirtiendo su admiración en la expulsión del último de la empresa de Morris en 1874, empresa que pasará a denominarse Arts and Crafts desde entonces.

 Sin embargo , aun hoy en día siguen apareciendo trazas de esa vieja amistad, y de la colaboración entre ambos que desde luego fue muy fructífera antes de que Morris evolucionara hacia pensamientos más imbuidos de un carácter socialista entre 1870 y 1880. Nos referimos al reciente hallazgo de un mural de casi 2 por 2’5 m. que en su afán de representar un tapiz imita hasta los pliegos de una tela irreal. Se trata de una escena donde aparecen personajes del Antiguo Testamento , así como una inscripción del Génesis en su parte inferior, entre la decoración figurativa encontramos la representación de Adán, Eva, Noé , Jacob y su esposa Beatriz.

 Tras unas primeras investigaciones Jan Marsh, actual presidente de la William Morris Society, sostiene que la idea de dicha obra sería de Morris pero que en su ejecución se contarían diversas manos entre las que se encuentran las del mismo Morris, Madox-Brown y la propia Elizabeth Siddal, esposa de Rosetti, y autora de la Raquel. Sin embargo, aun existen dudas sobre la mano creadora de Adán y Eva , y se espera ansiosamente que esta sea la de Rosetti.

 Los estudios comparativos de obras anteriores de Rosetti , en concreto una María Magdalena que el artista diseñó para una vidriera, presenta paralelismos notables con la Eva del mural, además se cuentan con testimonios escritos de Siddal en los que se habla de una creación suya en la Red House en torno a 1861, en el mismo momento en que Madox-Brown se encontraba diseñando un Noé para una vidriera de una catedral de Cumbria, Inglaterra. Tal vez también fuera el caso de la Magdalena de Rosetti y esta, al igual que el Noé de Madox-Brown, acabará siendo modelo trasladado a la obra recientemente descubierta.

 A la espera de nuevas noticias nos queda por el momento disfrutar de este reciente hallazgo que nos da una ligera idea de hasta qué punto fue estrecha la relación creadora de los críticos y artistas de la época, y de la amplia producción que esta colaboración generaría. 



Fuentes: 


Selma J.V., Los Prerrafaelitas, arte y sociedad en el debate victoriano, Ed. Montesinos, 1991, Barcelona.

Artola, M., Ledesma P.M., Contemporánea, La historia de 1776, Alianza Editorial,2005, Madrid.

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